Artículo publicado en El Mercurio
Sentada junto a una pequeña mesa en la entrada de su casa, en Ñuñoa, rodeada de plantas, entre ellas un copihue blanco, la antropóloga Sonia Montecino (1954) explica que la cocina no tiene que ver solo con productos y preparaciones, sino también, y quizás principalmente, con usos sociales, con la producción de vínculos. Está en eso cuando recuerda una entrevista que leyó en la revista Ya de “El Mercurio”. En ella, la directora chilena Valeria Sarmiento, viuda del director Raúl Ruiz, dice: “Los italianos creo que son los que dicen: ‘Uno tiene que comerse un kilo de sal con un amigo, para ser amigos realmente’. ¡Eso significa muchas comidas con la persona! Eso fue lo que nos pasó con Raúl: ¡comimos mucha sal!”.
Académica de la Universidad de Chile, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, Montecino ha dedicado parte de su labor como investigadora a estudiar las cocinas chilenas y se maravilló con las palabras de Sarmiento. “Le escribí a la Valeria y le dije me parecía genial lo que dijo, es como para hacer un ensayo sobre esa frase, porque en antropología, justamente, una de las cosas que se trabaja es esta noción de comensalismo. Y el comensalismo, como primera cosa, produce vínculos, produce relaciones. Imagínate cuántos kilos de sal tienes que haberte comido junto a otros para poder ser amigos. Qué bonito eso”.
El tema de las comidas surge a propósito del libro “Cocinas, alimentos y símbolos, Estado del arte del patrimonio culinario de Chile”, un volumen publicado por el Consejo de la Cultura y las Artes, y editado por Montecino. En él se recogen las exposiciones presentadas durante el Primer Congreso Multidisciplinario de Patrimonio Alimentario, realizado en Santiago, en 2016, además de los textos presentados en los encuentros sobre patrimonio culinario realizados en Arica, Valparaíso, Chillán y Punta Arenas, en 2017.
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